jueves, abril 18, 2024

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Honduras esta de luto por muerte del cantautor Guillermo Anderson

El cantautor hondureño Guillermo Anderson, quien llevó su música por América, Europa y Asia, murió hoy a causa de un cáncer de tiroides que le fue descubierto en 2015, informó su esposa, Lastenia Godoy.

“Se nos fue”, dijo Godoy escuetamente a Acan-Efe al confirmar el deceso de Anderson, cuya muerte ha conmocionado a los hondureños por el legado de su música.

Guillermo Anderson, quien nació el 26 de febrero de 1962, murió en un hospital de La Ceiba, departamento de Atlántida, en el Caribe de Honduras.

El 31 de julio Anderson fue traído de emergencia desde Guatemala a La Ceiba debido a una complicación, y su estado era tan “delicado” que uno de los médicos que le atendía indicó reiteradamente que había que “esperar el milagro”.

El 25 de mayo, en un mensaje enviado por teléfono desde Guatemala, Anderson indicó a Acan-Efe que un reciente examen en Estados Unidos había indicado que estaba “limpio” de cáncer, pero que no se atrevía a hacerlo público.

“Estoy aquí -en Guatemala- porque mi más reciente examen en EEUU me muestra limpio. O sea, no muestra más cáncer, me han recetado radiología preventiva”, subraya el mensaje del artista.

Guillermo Anderson Honduras de luto

Aferrado a la vida y la esperanza con la que contagiaba a los hondureños a través de su música, Anderson también dijo a Acan-Efe: “no canto victoria ni lo anuncio porque es muy reciente y ha sido muy agresiva -la enfermedad- pero es una buena noticia”.

El 14 de julio, de nuevo en otro escueto mensaje a Acan-Efe indicó “ya volví”, de Guatemala, “mañana comienzo con voz”, el tratamiento al que había sido sometido y dijo que “seguía mejorando” su estado de salud.

Con su calidad musical, Guillermo Anderson pudo haberse ido de Honduras al exterior, pero siempre prefirió quedarse en La Ceiba porque creía que lo que le inspiraba a escribir y cantar canciones estaba en su país.

Su amor a Honduras expresado en muchas canciones lo pinta a cual mejor acuarela con su tema “En mi país”, que es como un himno para los hondureños y quizá la mejor declaración de amor a su tierra.

Anderson fue un enamorado del mar, del Caribe, con el que nació a su lado y navegó en cayucos hechos a mano por pobladores de las comunidades garífunas (afrodescendientes), de quienes también decía que eran parte de su razón de ser, de su vida.

Por eso en la mayoría de sus canciones no falta el sonido del tambor, el caracol y la maraca, y en los vídeos el baile de los garífunas que viven en toda la región caribeña de Honduras.

Guillermo Anderson solamente se retiraba de La Ceiba por sus giras artísticas que le llevaron desde Estados Unidos a Argentina, de España a Holanda o Alemania, de Taiwán a Japón, y a cualquier rincón de Honduras.

En algunas ocasiones sorprendía a sus compatriotas apareciendo casi de incógnito en la celebración de un festival gastronómico como el de Cantarranas, un pintoresco pueblo a pocos kilómetros de Tegucigalpa, confundido con su gente y degustando de la cocina hondureña y sus postres.

Guillermo Anderson, con estudios sobre Literatura Latinoamericana en Estados Unidos, hacía música de lo cotidiano, de la niñez, los jóvenes, los abuelos, los ríos, el bosque, los pantanos, las frutas y las flores; del sol, la luna, del amor y la patria.

Escribió canciones dedicadas a los inmigrantes hondureños que con sus remesas familiares sostienen la pobre economía de su país, pagando el alto coste social de la ruptura familiar. Esos hondureños son “los que se van al norte con o sin pasaporte”.

En otra canción, “Chago” (Santiago), describió a un hondureño cualquiera que desde Estados Unidos unos parientes le decían “no te quedes allá abajo, venite que aquí hay trabajo (…), que ahí no hay nada para vos”, pero que al llegar al país del dólar se dio cuenta lo que había perdido.

“Chago” regresó porque también desde Honduras le escribieron y le dijeron que se hiciera “de iniciativa”, que no se quedara “ahí arriba”, y que aunque “aquí no hay dinero”, “con esfuerzo todo se puede hacer”.

Muchos de los hondureños que ahora son padres y abuelos crecieron escuchando las canciones infantiles que escribió Guillermo hace más de 30 años inspiradas en la flora y fauna de Honduras.

La muerte del que probablemente es el mejor artista popular de Honduras en las últimas cuatro décadas enluta a todo su país.

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