Los hoteles de hielo se parecen en cierta manera a los castillos de arena. Belleza efímera. Se los lleva el agua al subir la marea. O el calor al asomar la primavera. Quizá es esa hermosa fragilidad lo que alimenta los sueños de niños y mayores. En el gran norte, esos sueños se convirtieron hace tiempo en negocio. Empresas que viven de las temperaturas extremas construyen invierno tras invierno hoteles en los que vivir la experiencia gélida de dormir rodeados de hielo. En los próximos días empieza una nueva temporada.
El hotel de hielo más grande del mundo y el primero del que se tiene constancia, el Icehotel (en Suecia), renació este año -por vigesimotercera vez- el 11 de diciembre. Se halla en Kiruna, en la Laponia sueca, doscientos kilómetros por encima del Círculo Polar Ártico, y sus datos de construcción son apabullantes: 5.500 metros cuadrados, 900 toneladas de hielo y 21.500 toneladas de snis (una mezcla de nieve y hielo del río Torne).
El proyecto inicial se remonta a 1989. La aldea de Jukkasjärvicelebraba una exposición de esculturas artísticas hechas de hielo y nieve, que atrajo a muchas más personas de las previstas. El pueblo no tenía capacidad para alojarlas. La solución ya la conocemos: se construyó en horas una versión tosca de lo que hoy es un hotel de hielo, y que entonces era solo un iglú en el que pasaron la noche unos cuantos visitantes arropados por un saco de dormir, con la promesa de que, al amanecer, les esperaba el calor de la sauna.
Cada invierno se extraen los bloques de hielo del río Torne, en Jukkasjärvi, y se cortan con precisión, como parte de una industria de la que viven miles de personas en los países del norte. Es un trabajo frenético de ensamblar y tallar, con piezas que pesan hasta dos toneladas, para finalmente dar forma al hotel y al bar de hielo.
El Ice Hotel, convertido en icono global, suele agotar sus reservas cada año, a pesar de los precios: en torno a 150 euros por persona y noche. Se puede combinar una noche «fría» con otras «calientes» (solo hablamos de temperatura), en otros hoteles, y con diferentes propuestas de aventura, en un oasis blanco. Hay también campamentos que funcionan durante todo el año.
La misma empresa ha diversificado el negocio y ha empezado a construir bares de hielo “oficiales”en otras zonas. Actualmente tienen siete: en Jukkasjärvi, como es lógico, y también en Estocolmo, Londres, Copenhague, Oslo, Tokio y Estambul.
En Noruega
El Ice Hotel fue el primero, pero no es el único. En los últimos años estos alojamientos se han multiplicado en todo el norte del planeta. Por ejemplo, en Noruega. El Sorrisniva Igloo Hotel se halla junto al río Alta, a 15 kilómetros de Alta, en Laponia Noruega. Las camas están hechas de piel de reno y con sacos de dormir que mantienen la comodidad de los huéspedes en la temperatura interior constante, de entre -4 y -7 grados. Funciona desde final de enero a principios de abril.
También en Noruega se halla el Kirkenes Snowhotel, que abrió por primera vez sus puertas en 2006. Este año la temporada comenzará el próximo 20 de diciembre, con veinte suite disponibles.