Los diputados brasileños votaron este domingo por el impeachment o juicio político de la presidenta Dilma Rousseff, heredera de Lula da Silva, sumiendo en la incertidumbre política a la principal economía latinoamericana, golpeada ya por la recesión.
El Sí al juicio político recogió 367 votos, 25 más de los necesarios (dos tercios del total) para aprobar la moción de destitución, mientras que el No obtuvo el favor de 137 legisladores.
En ese caso, asumiría el poder el vicepresidente Michel Temer, inicialmente por un periodo máximo de seis meses, pero completaría el mandato hasta 2018 si los senadores declarasen finalmente culpable a Rousseff, acusada de manipulación de las cuentas públicas.
Rousseff, de 68 años, niega esas acusaciones, y las atribuye a una conspiración orquestada por Temer y por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, quien a su vez está acusado por corrupción.
El líder del PT en la Cámara, José Guimaraes, había reconocido poco antes que la tendencia era irreversible. “Los golpistas vencieron aquí en la Cámara”, pero “esta derrota provisoria no significa que terminó la guerra”, dijo Guimaraes a periodistas.
¿Fin del lulismo?
En Brasilia, los miembros del PT y de movimientos sociales que seguían la votación por pantallas gigantes se retiraban abatidos. Del otro lado del muro de un kilómetro tendido a lo largo de la explanada de los ministerios, los partidarios del juicio político estallaron en cambio en un solo grito de alegría cuando se anunció el voto 342. En Sao Paulo, sobre la avenida Paulista, donde estaba reunida la oposición, los votos por el juicio político se festejaban como si fueran goles, con bocinazos, saltos y banderas al aire.
El voto de este domingo podría mostrar la puerta de salida al “lulismo”, del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010), figura emblemática del hoy maltrecho ciclo de gobiernos de izquierda en la región.
“Para combatir el proyecto de poder y corrupción de Lula y el PT (…), voto sí por el juicio político”, dijo al anunciar su voto el diputado Luiz Heinze, del Partido Progresista (PP), un partido que hasta la semana pasada era aliado del PT.
La crisis política brasileña, que se potencia con la peor recesión sufrida por el país desde 1930, es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio.
El día después
Tanto Temer como Rousseff proponen un “pacto” nacional para apaciguar al país y sacarlo de la recesión, pero el camino se anuncia espinoso.
“Independientemente del resultado de hoy (domingo), la crisis va a continuar, e incluso se agravará, porque el lado perdedor va a utilizar todos los instrumentos para boicotear a los ganadores. En cualquier caso, Brasil amanecerá peor mañana”, dijo a la AFP el analista político André César.
Los mercados apostaron claramente por Temer, en tanto que los sectores sociales que se beneficiaron de las políticas de distribución de los años Lula temen una reversión de políticas. “El pacto de Temer será con los movimientos más conservadores, que ya se posicionaron a su lado”, señala César.
Pero Lula, Rousseff y el PT no están dispuestos a dar el brazo a torcer tan fácilmente. “No nos vamos a dejar abatir por esta derrota momentánea. La guerra será prolongada”, advirtió Guimaraes, que tampoco excluyó recursos legales para impedir la destitución de Rousseff. El diputado del PT José Vargas lamentó que “una mayoría parlamentaria resuelva anular el voto de 54 millones de brasileños” que en 2014 reeligieron a Rousseff.
PT, el gran derrotado
El Partido de los Trabajadores (PT), nacido como fuerza obrera y marxista que llegó al Gobierno en 2003 con Lula, ha quedado a un paso del abismo. Rousseff, la primera mujer elegida para gobernar Brasil, se apoyó siempre en una amplia y variopinta coalición que heredó de Lula, encabezada por el PT pero que tuvo como principal fuerza al Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, centroderecha), de su vicepresidente Michel Temer.
En el PMDB conviven diversas tendencias ideológicas, pero sus más representativos dirigentes son históricos y férreos adversarios del ideario socialista que guió a los activistas e intelectuales que, convocados por Lula, fundaron el PT en 1980.
La fragilidad de una alianza de esa naturaleza quedó clara en las últimas semanas, cuando el PMDB rompió con el Gobierno y anunció su decisión de votar a favor del juicio político contra Rousseff que puede hacer presidente a Temer, primero en la línea sucesoria. El PT tal vez descubrió este domingo el riesgo de haber “dormido con el enemigo” durante más de una década en la que se apoyó en la derecha para continuar gobernando.
Los pasos que siguen en el proceso
Con la apertura por parte de la Cámara de Diputados de un juicio de destitución a Dilma Rousseff, así queda el panorama para los próximos días:
La Cámara Alta formará una comisión de 21 miembros, que elaborará un informe en un plazo de diez días.
El informe será remitido al pleno del Senado, que por mayoría simple entre sus 81 legisladores decidirá si se instaura el juicio político, lo que pudiera ocurrir alrededor del 10 de mayo. Si se llega a ese punto, Rousseff será separada del cargo por 180 días que el Senado tendrá para realizar el juicio y deberá ser sustituida por el vicepresidente Michel Temer.
La comisión escuchará a la defensa de la mandataria, a la parte acusadora y a otros testigos que pueda citar.
La comisión especial elaborará entonces un nuevo informe, que nuevamente será sometido al pleno del Senado en una sesión única y en la que se decidirá la suerte definitiva de Rousseff.
Si una mayoría calificada de dos tercios (54 votos) halla a la presidenta culpable, entonces Rousseff será destituida.