LONDRES.- Thomas Markle desarrolló una carrera en Hollywood, pero nada lo preparó para esto.
Según distintos medios, el padre de la novia real Meghan Markle ha dicho que no asistirá a la boda de su hija con el príncipe Enrique, tras sufrir aparentemente un ataque cardiaco en medio del intenso interés de los medios en torno a las nupcias.
El director de fotografía retirado iba a acompañar a su hija hasta el altar el sábado en la Capilla de San Jorge del Castillo de Windsor.
Pero el cibersitio de farándula TMZ reportó ayer que Thomas Markle decidió mantenerse lejos ante las críticas por su decisión de posar para fotos montadas sobre los preparativos de la boda, tomadas por una agencia de paparazzi.
El Palacio de Kensington pidió en un comunicado demostrar “comprensión y respeto hacia el señor Markle en esta difícil situación”. No dijo, sin embargo, si los planes para la boda habían sufrido algún cambio.
La media hermana de Meghan Markle dijo hoy que su padre, quien tiene poco más de 70 años, sufría un estrés “increíble” debido a la intrusión mediática.
La siguen hasta México
Samantha Markle dijo al programa de TV Good Morning Britain que varios periodistas “alquilaron la casa junto a la suya en México, cuatro o cinco de ellos. No puede subir las persianas, no puede ir a ningún lado sin que lo sigan”.
Thomas Markle no es la primera persona afectada por el choque de la familia real británica con los medios de comunicación — una relación profunda, compleja y a veces tóxica.
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“Es una relación simbiótica y parasitaria, lo que es nocivo para ambas partes”, dijo Graham Smith, del grupo antimonárquico Republic, decididamente impasible por la fiebre por la boda real. “Ciertamente es dañina para el público británico por la manera como se lo alimenta con tanto bombo publicitario y bobería… y es claramente dañino para la familia”.
Escándalos reales
Por siglos, los dramas de la realeza británica transcurrieron lejos de la vista del público, pues los medios deferentes protegían los secretos de la monarquía. En la década de 1930, el romance entre el rey Eduardo VIII y la estadunidense divorciada Wallis Simpson encabezó titulares en Estados Unidos, pero apenas fue mencionado en Gran Bretaña hasta que el rey abdicó, al verse obligado a elegir entre la corona y la mujer amada.
Eso había cambiado cuando el príncipe Carlos se casó con la joven de 20 años lady Diana Spencer en 1981 en una ceremonia vista por cientos de millones de personas alrededor del mundo. Los medios graficaron cada giro que siguió en la saga: los nacimientos de sus hijos Guillermo y Enrique, el glamour y trabajo caritativo de Diana, y su evidente y creciente infelicidad en el matrimonio.
Carlos y Diana usaron ambos los medios como arma mientras su matrimonio se iba a pique, dando entrevistas televisadas para presentare a sí mismos bajo una luz favorable. Era oro en términos de ratings, alcanzando una cumbre cuando Diana le dijo a un entrevistador que “éramos tres” en el matrimonio: Diana, Carlos y su entonces amante Camilla Parker Bowles, quien ahora es su esposa.
“Diana puso a la familia real al revés”, dijo Ellis Cashmore, profesor honorario de sociología en la Universidad de Aston y autor de libros sobre la cultura de las celebridades. “Todos los secretos sucios llegaron a ser del dominio público”.
Diana se convirtió en la mujer más famosa sobre la faz de la Tierra, perseguida por paparazzi adondequiera que fuera, incluyendo su muerte. Falleció en un accidente automovilístico en París en 1997 mientras era perseguida por fotógrafos.