martes, mayo 7, 2024

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Trump-Berlusconi: ricos, ególatras y playboys

Se diría que son gemelos monocigóticos. Los dos son ricos y ególatras, los dos se han labrado una reputación como empresarios de éxito, ambos han utilizado ese trampolín para zambullirse en política, uno y otro son famosos por sus comentarios sexistas, entrambos van por la vida de playboys, les unen sus fanfarronerías y sus clamorosas meteduras de pata, los dos se han descolgado con comentarios xenófobos, los dos hacen gala de actitudes decididamente homófobas, los dos pecan de islamofobia, los dos son maestros consumados en el uso de la televisión, los dos están obsesionados por su imagen… Por compartir, hasta comparten sobrenombres animales: a uno le llaman ‘El Caimán’, el otro es un ‘tiburón’. Uno ha sido tres veces jefe del Ejecutivo italiano, el otro aspira a convertirse en presidente de Estados Unidos. Tan pasmosas son las coincidencias entre Silvio Berlusconi y Donald Trump que hace unas semanas el columnista del ‘New York Times’ Frank Bruni lanzó una nueva palabra (convertida rápidamente por las redes sociales en ‘hashtag’) para definir ese peculiar caso de simbiosis: ‘Trumposconi’. Aunque, en reconocimiento a su mayor edad y a su labor como pionero, lo correcto sería invertir los términos y rebautizar el fenómeno como‘Berlustrump’.

El propio Trump, firme aspirante a convertirse en el candidato republicano a presidente de EEUU en las elecciones de noviembre próximo, alimentaba hace unos días las voces que lo consideran como la versión americana de Berlusconi mostrando públicamente su admiración por ‘El Caimán’: “Me gusta mucho, es una buena persona”, soltaba al ser interpelado al respecto por el corresponsal en Washington del diario italiano ‘Il Sole-24 ore’.

No hay evidencias de que Trump y Berlusconi se hayan conocido en persona; es más, todo indica que jamás se han visto frente a frente. Pero las similitudes entre ambos hablan por sí solas. Para empezar ambos han echado mano de su éxito como empresarios para ‘vender’ que, movidos por gran abnegación y sentido del deber, están dispuestos a poner sus dotes de gestión al servicio de la economía de sus respectivos países y de hacer prácticamente ricos a todos sus conciudadanos.

No necesito el poder. Tengo casas alrededor de todo el mundo, barcos estupendos, bonitos aviones, una mujer hermosa, una bella familia… Estoy haciendo un sacrificio“, soltaba hace unos años Berlusconi respecto a su decisión de entrar en la arena política”, “Soy el Jesucristo de la política. Soy una víctima paciente, me sacrifico por todo el mundo“, añadía en otra ocasión. Y Trump emplea el mismo recurso: “Yo soy el único que puede hacer que América vuelva a ser realmente grande“, se descolgaba en marzo pasado. Lo cierto sin embargo es que Berlusconi ha utilizado en numerosas ocasiones la política para sus intereses personales. Y muchos comentaristas americanos albergan la misma sospecha en caso de que Trump llegara a la Casa Blanca.

El ‘Berlustrump’ también se caracteriza por presentarse como un ‘outsider’ de la política, alguien fuera del sistema. Y eso se consigue no sólo arremetiendo contra el ‘establishment’ sino echando asimismo mano de populismo barato. A esta pareja no sólo le deja fría la corrección política, sino que disfruta zambulléndose de cabeza en todas las aberraciones posibles. Trump, por ejemplo, pedía el mes pasado que se prohíba la entrada en Estados Unidos de todos los musulmanes en respuesta al “odio” que, según él, gran parte de esa comunidad siente hacia los americanos. Berlusconi, por su parte, no dudaba tras el 11-S en calificar al Islam como cultura inferior. “Debemos ser conscientes de la superioridad de nuestra civilización, un sistema que ha garantizado el bienestar, el respeto por los derechos humanos y, en contraste con los países islámicos, respeto por los derechos religiosos y políticos”.

Pero también ambos practican el racismo y la xenofobia más ramplones.“Obama es joven, guapo y bronceado”, soltaba Berlusconi a modo de gracieta respecto el primer presidente negro en la historia de EEUU. El tres veces ex presidente italiano, el hombre que durante nueve largos años ha llevado las riendas del país transalpino, llevaba además sus ideas a la práctica y en 2008ponía en marcha una de las leyes más duras de Europa contra la inmigracióny que, entre otras cosas, castigaba con multas de hasta 10.000 euros a los ‘sin papeles’ que estuvieran en Italia. Y qué decir de Trump: en junio se quejaba de que los mexicanos que llegan a Estados Unidos “traen drogas, traen crimen, son violadores”, y tres meses después proponía construir un “gran y hermoso muro” a lo largo de la frontera de EEUU con México para bloquear la entrada de inmigrantes y frenar así la entrada “del crimen y el narcotráfico”.

Sacar pecho de sus conquistas amorosas y caer en el sexismo más infamees otra de las constantes del ‘Berlustrump’. “Cuando se pregunta si querrían tener relaciones sexuales conmigo, el 30% de las mujeres responden ‘sí’ y el otro 70% ‘¿Otra vez?”, soltaba ‘El Caimán’ en abril de 2011, poco después de que comenzara a ser investigado por un delito de prostitución de menores (del que en 2014 fue absuelto en segunda instancia) y salieran a la luz detalles de sus guateques erótico-festivos a los que él mismo bautizó como “bunga-bunga”. Trump también presume de llevarse a las chicas de calle: “Consciente o inconscientemente, todas las mujeres en ‘The Apprentice’ (el concurso de televisión en el que ha participado durante 14 temporadas)flirteaban conmigo. Era algo esperable“.

“Despachar a Trump como un chiste, como muchos italianos hicieron antes con Berlusconi, puede ser un error”, escribía recientemente en el ‘New York Times’ el columnista italiano Beppe Severigni en un artículo en el que, a partir de su experiencia como víctima del berlusconismo, ofrecía a los estadounidenses consejos para afrontar a Trump. Uno de ellos: “No lo compren. Trátenle como si fuera un vendedor de coches charlatán. Háganle muchas preguntas, y exijan respuestas adecuadas. Abran el capó, comprueben los frenos. Pero no pidan que les haga una prueba: Trump podría echar el seguro de la puerta, acelerar y estrellarles contra el muro más cercano”.

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