miércoles, mayo 1, 2024

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Médicos Sin Fronteras: ‘Pacto entre la UE y Turquía es una desgracia’

Joanne Liu se convirtió en la voz de la lucha contra el ébola durante el brote de la epidemia en 2014. Y desde entonces la presidenta internacional de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) se hizo escuchar.

De visita en Buenos Aires, esta médica canadiense, de 50 años, habló con La Nación sobre los desafíos que enfrenta el mundo e hizo especial hincapié en la crisis de refugiados en Europa. De carácter firme, Liu criticó el polémico pacto entre la Unión Europea (UE) y Turquía, al que describió como “una desgracia para la humanidad”.

El plan, que se acordó el mes pasado, permite a Europa expulsar a Turquía a todo inmigrante que llegue a las islas griegas y después, sobre la base de “un sirio admitido por uno expulsado”, aceptar como refugiados en Europa a aquellos que están en los campos de refugiados en territorio turco. Para Liu esto es sinónimo de tratar a la gente como criminales.

¿Por qué Médicos Sin Fronteras se opone al pacto entre Turquía y la UE?
Es un arreglo rápido al estilo McDonald’s que intenta esconder el problema para no enfrentarlo. El pacto es una desgracia para la humanidad y lo peor es que permitimos ese nivel de desgracia. No entiendo cómo gente civilizada pierde tanto tiempo en levantar muros entre naciones en vez de proteger a la gente vulnerable que escapa de las guerras.

¿Cuál piensa que es la mejor solución para lidiar con esta crisis?
No hay una mejor solución; siempre será imperfecta. Pero debemos tener el coraje de encontrar alguna solución imperfecta que no sea la peor. No se puede tratar a la gente como criminales e intercambiarla por otros que “estén mejor calificados”. No hay palabras para describir la vergüenza que debería tener la UE. No quiere hacerse responsable, ni comprender los derechos de los refugiados. Estamos despojando a la gente de una cuestión muy básica: el derecho de viajar cuando su vida está en peligro.

¿Por eso MSF decidió dejar el puerto griego de Lesbos?
Ésa fue una medida para encarnar nuestra palabra en hechos. No vamos a ser cómplices de las medidas de la UE. Son decisiones muy difíciles. Nos estamos quedando sin palabras para describir la indignación que sentimos. Y después del ataque en Kunduz [un hospital de MSF fue atacado en un bombardeo de Estados Unidos en Afganistán el 3 de octubre pasado], uno de los desafíos que tenemos es acceder a la población vulnerable en zonas de guerra.

Luego del ataque de Kunduz, el presidente Barack Obama la llamó para disculparse. ¿Eso fue un alivio para ustedes?

No hay que mezclar las cosas sólo por recibir las disculpas de una persona de alto perfil. Fue un buen gesto, pero hay que recordarle a la gente que 42 personas murieron y 14 de ellas eran de nuestro equipo.

También fueron atacados en la ciudad siria de Idlib. ¿Cómo está la situación ahora? ¿Mejoró después de la tregua en febrero pasado?

La tregua no es completa, pero disminuyó drásticamente los ataques. Estuve en la región hace unos días y vi que hay menos gente huyendo hacia la frontera con Turquía. Esto no significa que la gente esté volviendo a sus casas; está en una situación de espera. La gente nunca quiere dejar su hogar, su país. A nadie le gusta estar en el limbo, en una isla en el medio de Europa. Estuve en Grecia y fui a Idomeni y Lesbos, y recuerdo que cuando le preguntaba a la gente por qué había dejado su país me decía: “Porque cada día en Siria nos moríamos”. Y cuando le preguntaba por las condiciones de vida me miraban y me decían: “Si hubiese sabido que iba a perder todo, incluso mi dignidad, habría preferido morir bajo las bombas”.

¿Cómo vivían los refugiados?
Los trataban como animales. No creo que sea humano dejar que la gente viva con el barro hasta las rodillas y que las mujeres se tengan que bajar los pantalones delante de cualquiera para ir al baño. No es normal que los chicos duerman en el barro, que se congelen. No están en una zona de guerra, sino en un país de ingreso alto en Europa.

¿Cómo fue trabajar durante la crisis del ébola?
Es muy difícil tratar una enfermedad tan complicada, con una mortandad que va del 60 al 70%, sin vacunas, y sin un tratamiento específico. Cada día veías cómo la gente se moría delante de ti.

¿Cómo hace para ser optimista después de vivir estas situaciones?
Me mantengo optimista porque a veces haces una diferencia en la vida de alguien. Es una posición muy privilegiada ser la presidenta de esta ONG que está en 63 países y trata de hacer una diferencia en la vida de los pacientes más vulnerables del mundo.

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