viernes, abril 26, 2024

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El desquite de Putin con Clinton

La venganza se sirve fría. Pero si tu enemigo está lejos, llega por email. Hillary Clinton, cuya ‘coronación’ se ha visto empañada después de que WikiLeaks publicase la semana pasada el contenido de 19.252 correos electrónicos comprometedores para el Comité Nacional del Partido Demócrata, habrá hecho estos días el repaso de causas pendientes.

Hay una que data de 2011, un invierno duro para Vladimir Putin: su popularidad cayó 20 puntos, en pocos meses y en las capitales miles de rusos se echaron a las calles por primera vez para protestar por su decisión de volver al Kremlin y por el supuesto fraude en las elecciones parlamentarias de finales de año. Clinton, que entonces era secretaria de Estado, entró de lleno en el asunto, pidiendo una investigación sobre el ‘pucherazo’.

Putin, glacial como siempre pero furioso al mismo tiempo como pocas veces, estalló en una reunión y la acusó de haber desatado las protestas “sin haber recibido pruebas de los observadores”. Desde entonces en los obedientes medios estatales rusos se acusó de estar al servicio del Departamento de Estado a cualquier grupo que saliese con pancartas a las calles de Moscú.

Estos días los que aporreaban gritando ‘tongo’ eran norteamericanos enfadados con su Partido Demócrata. En las misivas se puede observar cómo el partido favoreció a Clinton en las elecciones primarias y buscó desacreditar a su principal contrincante, Bernie Sanders.

Un representante de la campaña electoral de Clinton declaró que los servidores del partido fueron hackeados por piratas informáticos rusos, lo que apuntaría, en su opinión, a las intenciones de las autoridades rusas de ayudar al candidato republicano Donald Trump, que ha hablado varias veces en favor de la política exterior rusa: cuestionando el apoyo a los países Bálticos, por ejemplo.

Las agencias de seguridad de EEUU han dicho a la Casa Blanca que están “bastante seguras” de que Rusia está detrás de este ataque cibernético, que va más allá del procedimiento habitual: muchos países espían a través de ordenadores, también EEUU, pero publicar esos contenidos embarazosos, y hacerlo además en un momento tan sensible como la Convención Demócrata, es un salto cualitativo. Julian Assange, fundador de Wikileaks, es un enemigo declarado de Hillary Clinton y tuvo un programa de entrevistas en Russia Today, la televisión con la que el Kremlin aporta su visión al mundo entero. Pero Assange es sólo un ‘difusor’ y la inteligencia de EEUU cree que es el GRU, a agencia de espionaje militar de Rusia, el que le ofreció el ‘botín’ en bandeja. Y que el Servicio Federal de Seguridad, conocido como FSB en Rusia, fue el que antes accedió a los documentos.

El rastro ruso reside, además de en el perfil prorruso de los grupos de ‘hackers’ implicados, en algunas palabras encontradas en el código y en algunos detalles del llamado ‘metadata’. Los investigadores dicen que los ataques se produjeron en horario de Moscú -aunque ahora mismo la diferencia con Madrid es sólo de una hora- y también les llamó la atención que la actividad se detuviese durante los días festivos en Rusia.

Andrei Soldatov, un experto ruso en servicios secretos y control de Internet, considera creíbles las conclusiones de Crowdstrike, la empresa a la que el Partido Demócrata ha recurrido para esclarecer lo sucedido: “Es llamativo que se hayan detectado dos equipos de hackers, uno que crea una grieta en el sistema y otro que accede a continuacion.

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