lunes, abril 29, 2024

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Río 2016: Usain Bolt se retira bailando samba

Usain Bolt lanzó una mirada entre socarrona y despectiva a los 300 periodistas que tenía enfrente para hacerles saber que esperaba otra cosa: “Falta ambiente, se nota que hay pocos brasileños”. Y al instante, para crear “ambiente” en medio de tanto frío anglosajón, el hombre más rápido del mundo demostró, rodeado de garotas con atuendo de scola do samba, que también sabe bailar los ritmos brasileños.

Bolt se fue riendo del escenario de la Cidade das Artes, en Río de Janeiro, donde cumplió un compromiso con su principal patrocinador para una charla con la prensa. Se reía porque casi siempre lo hace, aunque acabara de dejar un titular muy serio: disfrútenme en Río 2016, porque lo mío con los Juegos Olímpicos se acaba aquí.

“Son mis últimos Juegos. Sé que mucha gente no estará feliz con eso”, dijo el hombre que corre más rápido que nadie los 100 y los 200 metros, el atleta que en Río intentará sumar por terceros Juegos consecutivos tres preseas doradas: el hectómetro, el doble hectómetro y la posta 4×100.

Bolt había sido ambiguo hasta ahora acerca de su futuro olímpico, pero a punto de alcanzar los 30 años -los cumplirá el 21 de agosto, el día de la ceremonia de clausura de los Juegos- tiene claro que la velocidad en sus piernas no durará para siempre. Se lo había dicho unos minutos antes Asafa Powell, el otro histrión de los jamaiquinos, el hombre que ante cada oportunidad que tiene se quita la remera para exhibir su físico.

“Creo que Usain se está dando cuenta de que esté envejeciendo”, dijo sonriente Powell, que esta vez sólo estará en los relevos, ya que no se clasificó para las pruebas individuales. “La verdad es que lo único que quiere Usain es competir, ama competir”, agregó.

Bolt, que le respondería a Powell que su “único problema es querer siempre quitarse la remera”, le da la razón a su compañero y amigo: ama competir, pero nada es para siempre.

“Estos son sus últimos Juegos, sí. Lo venimos hablando desde hace tiempo, y lo importante es que él se siente cómodo con la decisión”, dijo Mike Fenell, presidente del Comité Olimpico de Jamaica (JOC) a la nacion. “Va a estar en el próximo Mundial de atletismo, en 2017. ¿En el de 2019? Eso ya no lo sé”, amplió.

Bolt tiene bien marcadas en su calendario las fechas estelares de Río.

Todo comienza el domingo 14, con la final de los 100 metros a las 22.25; seguirá el jueves 18, a las 22.30, con la final de los 200 y se cerrará el viernes 19, a las 22.35, con la final de los relevos 4×100. Todo en el estadio Engenhao, todo con la presión que le llega desde afuera, pero que él también se autoimpone: llevar sus marcas a niveles no ya nunca vistos, sino siquiera soñados.

El Bolt más fulminante se vio en agosto de 2009 en Berlín. Fue entonces que corrió los 100 en 9,58 segundos, bajando 11 centésimas su marca de los Juegos de Pekín, fue entonces que paró el reloj en 19,19 para los 200. Bolt, ambicioso, quiere más.

“Quiero eso, quiero correr por debajo de los 19. Va a ser un poco más difícil, porque me perdí semanas de entrenamiento. Espero poder hacerlo”, analizó.

Es cierto que Bolt llega a Río con las piernas menos activadas (¿o más descansadas?) tras una lesión, pero los grandes lo son sobre todo a partir de la cabeza. Ayer, por ejemplo, Bolt explicó lo que siente cuando define una carrera: “Cuando estás en los últimos 30 metros y ves que todos están en la misma línea se trata básicamente de ver quién tiene más fortaleza mental”.

Si de eso se trata, los últimos años demostraron que su mente es de acero.

¿Qué va a hacer cuando deje el atletismo? “El atletismo es mi vida, básicamente. Y lo amo. Voy a extrañar a la gente, no tanto a los periodistas”, añadió bromeando antes de definirse “atleta y entertainer”.

“Soy las dos cosas (velocista y entertainer). Definitivamente primero un velocista, pero me gusta entretener a la gente, es mi personalidad y es por lo que la gente me quiere tanto”.

Y mientras entretiene a “la gente” y prepara una semana que, suceda lo que suceda, será histórica, Bolt dejó una última anécdota: cansado de que en la villa olímpica no atendieran su pedido de que le instalaran un televisor en su apartamento, salió para comprarse uno.

“Soy generoso, lo puse en la sala común para que lo usemos todos”.

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