martes, mayo 21, 2024

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Zahra, quemada viva para saldar una deuda de honor en Afganistán

“Para millones de seres humanos el verdadero infierno es la tierra”, profetizó el filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Unas palabras que describen a la perfección las últimas y terribles horas de Zahra Azam, la última víctima de los crímenes de honor en Afganistán.

Tenía 14 años, estaba embarazada de varios meses y la mataron quemándola viva en la provincia de Ghor, al noroeste del país, “para saldar una deuda, posiblemente de sangre, entre dos familias”, según fuentes policiales. Se seguía la tradición afgana del Bad Dadan, una práctica ancestral que consiste en ofrecer a niñas y mujeres para satisfacer disputas entre tribus o familias enfrentadas, y que en caso de que se produzca una ofensa de honor entre las mismas significa una sentencia de muerte.

Las últimas horas de Zahra sucedieron en el hospital de Isteqlal, en Kabul, donde pereció el pasado 18 de julio tras varios días agonizando “con quemaduras que llegaban hasta el hueso“, según informó un doctor del centro. “Un equipo de médicos la atendió pero no pudo hacer nada para salvar su vida”, explicó el director del hospital, Mohammed Sabir, quien además confirmó que el niño que llevaba en su vientre había muerto días antes a consecuencia de las llamas.

El calvario de la niña había empezado mucho antes, cuando su padre la había dado en propiedad a la familia de su nueva mujer, con la que se había casado dos años antes sin permiso y por lo tanto tuvo que reemplazarla entregando a una de sus hijas como dote. “En estos momentos, el suegro de Zahra está en custodia”, explicó Zaman Azimi, Jefe provincial de la policía en Ghor, aunque los autores del crimen “han conseguido escapar de la zona”, añadió.

Zahra no tuvo otra opción que aceptar el trato acordado por su padre y se casó con un miembro de su nueva familia a los 12 años, la misma que “por motivos todavía desconocidos”, según fuentes policiales, decidieron quemarla viva a sabiendas que llevaba en su vientre un bebé en avanzado estado de gestación. “Desde el mismo momento en que se casó, Zahra fue víctima de la violencia doméstica”, explicó su padre Mohammed Azam, el mismo que la había entregado como si de un objeto se tratara.

Sin embargo, ahora el padre quiere que “se haga justicia”, pero no cree que eso vaya a ser posible porque “esa familia tiene mucho poder en la región y pondrán a los tribunales a su favor”, ya sea por influencias o por dinero. “También están de su parte el cuartel general de la policía en la zona y los miembros del consejo provincial”, añadió.

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