viernes, mayo 3, 2024

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Michelle Obama se reconcilia con Hillary Clinton

Cuando Michelle Obama extasió al público de la convención demócrata el lunes por la noche en Filadelfia, lo que había sobre aquel escenario no era una primera dama más apoyando a la candidata del partido de su marido.

Obama dio su apoyo a Hillary Clinton en un discurso emotivo y pasional que cristalizó la paz entre dos mujeres con una relación muy difícil detrás. Se conocieron en 2008, cuando la hoy candidata compitió con Barack por la nominación demócrata en unas primarias que resultaron muy virulentas, y a Michelle le costó pasar página de los ataques al hoy presidente.

Descendiente de esclavos, criada en un barrio obrero de Chicago y formada en Harvard, Michelle Obama encarna el sueño americano que el Partido Republicano da por muerto. Ayer apeló al carácter histórico de que una mujer salga elegida para la Casa Blanca, del mismo modo que fue crucial que un afroamericano ganara las presidenciales en 2008.

“Me despierto cada mañana en una casa que fue construida por esclavos y hoy veo a mis hijas, dos inteligentes chicas negras, jugar en su césped”, así resumió Michelle lo que es cambiar la historia de un país, y añadió: “Mis hijas dan por hecho que una mujer puede ser la próxima presidenta de Estados Unidos gracias a Hillary”.

La recibieron en Filadelfia como a una estrella de rock. Probablemente solo Bernie Sanders logró una ovación mayor cuando puso los pies en una convención que arrancó turbulenta y contestataria. Fue durante el discurso de la primera dama cuando empezó a sentirse un clima de unidad en aquellas gradas del Wells Fargo Center. En 2008, cuando perdió, dijo Michelle, Hillary “podría haberse ido a casa enfadada” pero se puso al servicio de su marido como Secretaria de Estado. Y en ese papel, “tuvo un montón de momentos en los que pudo haber decidido que este mundo era demasiado duro… que estaba harta de recibir críticas por su aspecto, por cómo habla o sus risas”, pero esta, dijo, “nunca ha abandonado nada en su vida”.

El apoyo de alguien tan popular es agua de mayo para Clinton, aún necesitada de acercarse a esa parte del electorado demócrata que la cree distante y amiga de Wall Street. Y el apoyo entusiasta de Michelle no podía darse por hecho. En el libro First Ladies (Primeras damas), publicado en 2016, Kate Andersen Brower cuenta los desencuentros entre ambas, cómo Michelle no perdonó las cosas que Hillary dijo sobre Barack durante las primarias y que no hubo cenas de pareja en la Casa Blanca, cuando Clinton era una invitada habitual como secretaria de Estado.

En 2007, cuando le preguntaron si apoyaría a Hillary si salía nominada en lugar de su marido, Michelle eludió pronunciarse. Algunas personas cercanas a ella, además, deslizaron al inicio de la campaña que le hubiese gustado que el vicepresidente, Joe Biden, con quien mantiene una muy buena relación, hubiese optado a la candidatura demócrata.

Los delegados demócratas escuchan a la primera dama.
Los delegados demócratas escuchan a la primera dama. TIMOTHY A. CLARY AFP
Su discurso en la convención de 2008, la que coronó a Barack Obama, ya fue muy aplaudido. Hace una semana se recordó, ya que Melania Trump, esposa del candidato republicano, copió párrafos enteros de aquellas palabras en el cónclave de Cleveland.
La campaña del magnate salió al paso diciendo que Melania había pedido a quien redactó el discurso que se recogiera aquel espíritu admiraba a Michelle (pese a que los republicanos han pintado la Administración de Obama como un legado de muerte y destrucción). Será otro capítulo en el largo anecdotario de la historia americana de primeras damas.

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