A pesar de todas las manifestaciones de la semana pasada en la que se recordaron los 24 años del autogolpe del expresidente Alberto Fujimori y de la recordación de todos los abusos de autoridad que se vieron durante la década de los noventa en Perú, los resultados de la primera vuelta de las elecciones en Perú demostraron que ese apellido tiene su fuerza política intacta.
A pesar de un muy largo escrutinio, que desdice de las virtudes del hasta ayer muy eficiente sistema electoral peruano, ya se sabe que Keiko Fujimori, hija mayor del exmandatario, será la ganadora, pero que tendrá que medirse en segunda vuelta contra el ex ministro de Finanzas Pedro Pablo Kuczynski, en una jornada que se llevará a cabo el próximo 5 de junio.
Pero otro fantasma de los años noventa se hizo presente este fin de semana. El sábado, un grupo de miembros de la guerrilla Sendero Luminoso mató a diez soldados en las inmediaciones del cerro Jatun Asha, una zona de ceja de selva en la región de Junín. Aunque el Sendero Luminoso actual no es ni siquiera la mínima parte de lo que era el grupo que tuvo en jaque al Perú en décadas anteriores, su nombre nada más ya causa temor y una acción como la del fin de semana pareciera un acto de campaña más a favor de Keiko.
En la memoria de los peruanos todavía está la imagen de Abimael Guzmán, líder histórico de Sendero, mostrado con uniforme a rayas y enjaulado, como un león en exhibición en cualquier circo, tras su captura el 12 de septiembre de 1992. Esa imagen es el símbolo máximo, para muchos peruanos, del éxito en la lucha antiterrorista.
También habrá que ver si, en efecto, Pedro Pablo Kuczynski puede aglutinar a su nombre el sentimiento de todos los antifujimoristas, que no solo votaron por él, sino por la izquierdista Verónika Mendoza, el centrista Alfredo Barnechea y el expresidente Alan García. Si lo logra, podría vencer a una Keiko que, según los expertos, no tiene más espacios políticos a los cuales expandirse.





