viernes, noviembre 8, 2024

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El brasileño Temer busca proyectar estabilidad al llegar al G20 en China

El presidente brasileño, Michel Temer, quiere enviar al mundo un mensaje de estabilidad después del proceso de inhabilitación a Dilma Rousseff. Temer, como el primer ministro de Singapur, Lee Hsien Loong, o el presidente indonesio Joko Widodo, ha sido uno de los primeros mandatarios en llegar a China para participar en la cumbre del G20 que reunirá desde este domingo a las principales economías del mundo en Hangzhou, en el este de China.

El presidente brasileño, que apenas este miércoles tomó posesión oficialmente en el cargo, también ha sido uno de los primeros en celebrar una reunión bilateral con el presidente chino, Xi Jinping.

Su primer acto en China fue la participación en un foro de alto nivel con empresarios chinos y brasileños en Shanghái, la capital financiera de la segunda economía mundial. Y allí se esforzó en subrayar la idea de normalidad. “Aunque hemos sufrido turbulencias políticas y económicas, y recesión ecónomica, ya hemos dado la vuelta a esa hoja”, aseguró. Brasil, insistió, “ha dejado atrás toda la inestabilidad ecónomica y política que ha sufrido en los últimos años”.

El presidente brasileño también asistió, en una reunión con el alcalde de Shanghai Yang Xiang, a la firma de nueve acuerdos, en ámbitos desde la agricultura a la construcción de infraestructuras. Brasil “necesita el apoyo de China, necesitamos la cooperación de China”, declaró.

Que Brasil seguirá siendo un socio fiable de Pekín es un mensaje que quiso trasladar personalmente al propio Xi Jinping. China es el principal socio comercial brasileño y su crecimiento más lento en los últimos tres años ha sido uno de los factores para los problemas económicos del gigante latinoamericano, con el que el año pasado intercambió un volumen de más de 66.000 millones de dólares. Ambos países han mantenido igualmente una excelente relación diplomática como miembros del grupo BRICS.

En una reunión en la Casa de Huéspedes de Estado del idílico lago del Oeste en Hangzhou, la ciudad que asombrara por su belleza a Marco Polo en el siglo XIII, Temer explicó al jefe de Estado chino su interés en subrayar “la necesidad de mantener la solida relación que se ha creado a lo largo del tiempo”.

Tras la expulsión de Dilma, China ya había expresado su fe en que Brasil conseguiría mantener la normalidad. Y Xi, con el que Temer ya se había reunido en Pekín hace dos años, cuando viajó a la capital china para una visita oficial como vicepresidente, mantuvo el mismo mensaje. “China tiene gran confianza en las perspectivas de desarrollo de Brasil, así como confianza en la cooperación entre China y Brasil”, declaró el mandatario chino.

“Debemos seguir tratándonos como socios en el desarrollo y fortalecer la cooperación, de modo que hagamos la cooperación China-Brasil un ejemplo de relaciones de unidad y colaboración entre los países desarrollados”.

El nuevo jefe de Estado brasileño tiene previsto mantener, a lo largo de su estancia en Hangzhou, reuniones bilaterales también con el presidente en funciones del Gobierno español, Mariano Rajoy; el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Nayef.

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